Microcuento #3: Banquito Musical
Dentro de la zona colonial tengo 2 banquitos en los que me gusta sentarme: el "Banquito Literario" en la plaza alameda que uso para leer y escribir y el "Banquito Musical" en la plaza San Clemente donde toco mi violín.
(Visita mi ciudad)
La forma en la que se convirtió en mi Banquito Musical fue graciosa, te cuento: Había ido al ateneo a ver mi clase particular de violín, llegué un poco tarde y la profesora me dijo "lo siento pero no puedo darte tu clase tengo muchos esperando y luego me voy", lo entendí y fui al salón de ensayo orquestal, y por sorpresa también había faltado el director así que ya no tenía mas nada que hacer allí.
Crepúsculo Coriano
Caminé por la zona colonial, de la plaza Bolívar a la plaza Alameda, con ciertas ganas reprimidas de tocar mi violín, llegué a la plaza San Clemente, esa que tiene una Cruz de madera de cují y me senté en el banquito al lado del faro, lo suficientemente atrás para no ser el centro de miradas pero lo justo para no estar tan oculto, distante y correr riesgo de inseguridad. La pregunta que me hacía en ese momento era: ¿como sonará mi violín en este lugar?
Sentía cierto nerviosismo porque nunca había sacado mi violín en un lugar público, sin embargo la curiosidad me ganó, lo primero que hice fue tocar las cuerdas en Pizzicato para no llamar la atención, pero qué violinista toca su violín solo en pizzicato? Ese no era el sonido que quería escuchar. Así que tomé el arco, lo deslicé en la perrubia, y toqué las cuerdas al aire con él. Sonaba fuerte, como si quisiera cantar a todo pulmón, como si el sonido se esparciera por todo el lugar y rebotara en las paredes de las casas coloniales, como si mi violín fuera para eso, para ser escuchado.
Poco a poco se me fue yendo los nervios y el miedo escénico (aunque estuviese solo). Y empecé a tocar sin temor las canciones que creía que aquel lugar quería escuchar: Sombra en los médanos, Crepúsculo Coriano, Dama Antañona, Brisas del Zulia... Cuando justo venían unos niños corriendo del colegio Pio XII para jugar fútbol en la plaza, se detuvieron a verme y se comentaba entre ellos: "Es un violín" , "¿Que está tocando?, "No sé, pero parece un árabe", "Eh vamos a jugar pero sigue tocando que nosotros no molestamos". Solo asentí con mi cabeza y me reí mientras seguía tocando.
Los niños seguían jugando con el balón, y yo ya había acabado mi repertorio muy gustoso y satisfecho de escuchar mi Violín como nunca antes, incluso sentía como aquel lugar me daba las gracias por el concierto improvisado. Y cuando me dispuse a guardar el violín me percaté que habían billetes regados en el estuche, me dio una combinación de risa, y pena, porque esa no era la intención, sin embargo había dejado mi estuche abierto y los niños le echaron su dinero.
Sombra en los Médanos
Me levanté, "Eh, ¿Ya te vas?" , "Hey aplaudanle, bravo, bravo". Les di las gracias mientras me reía del momento, y así fue como ese banquito se convirtió en el "Banquito Musical"
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